Cristina Felipe, fundadora de Estudio Crearte, reflexiona sobre diseño, maternidad y propósito
 

Diseño, maternidad y propósito

CRISTINA FELIPE

 

“Arquitectura y maternidad comparten el mismo verbo: habitar. Habitar un espacio, habitar un cuerpo, habitar un vínculo.”

Heidegger 


Cristina Felipe fundó Estudio Crearte en 2016 como una prolongación natural de su forma de mirar, diseñar y habitar el mundo. Arquitecta de formación, interiorista por vocación y perfeccionista por naturaleza, Cristina ha dado forma a un estudio que cree en el diseño como herramienta de bienestar. Con una trayectoria internacional, un enfoque meticuloso y una sensibilidad que abraza tanto lo técnico como lo emocional, hoy lidera un equipo consolidado desde una filosofía profundamente humana.


En esta entrevista personal, Cristina reflexiona sobre el crecimiento del estudio, su forma de entender el diseño y la transformación que ha supuesto convertirse en madre sin renunciar a su identidad como arquitecta y emprendedora. Una historia de compromiso, belleza y equilibrio, contada desde dentro.

Cristina, ¿recuerdas el momento en el que decidiste fundar Estudio Crearte? ¿Qué te impulsó a dar ese paso? 

Fue una mezcla de intuición, oportunidad y necesidad… pero también de carácter. Siempre he tenido un espíritu inquieto, muchas ganas de aprender y también de crear algo propio. Creo que esto viene de mi padre, un ser incansable. Él me ha transmitido ese impulso por emprender, por esforzarme siempre y no conformarme con lo fácil. 

Después de trabajar en estudios de distintas culturas y escalas, y adquirir conocimientos técnicos en obra, sentía que tenía una visión más completa sobre cómo quería trabajar en este sector y aportar mi granito de arena. Surgió la oportunidad de acompañar a unos clientes en la búsqueda de su hogar, al mismo tiempo que me llegó una reforma por recomendación. Y así nació Estudio Crearte, de forma orgánica, como una extensión natural de mi manera de entender la arquitectura: cercana, consciente y centrada en las personas. La realidad es que nunca me senté a diseñar un plan de empresa, simplemente respondí a lo que sabía hacer: escuchar, diseñar y acompañar a las personas en un momento vital importante para ellos.

¿Qué ha significado para ti ver crecer un estudio que nació como un sueño personal y hoy es un equipo consolidado?

Orgullo, gratitud y responsabilidad. Estudio Crearte fue mi primera gran apuesta. Ver cómo hemos crecido es una de las mayores satisfacciones de mi vida profesional. Y no solo por los proyectos que hemos realizado, sobre todo por la calidad humana del equipo, los valores que compartimos y el tipo de arquitectura que defendemos. Me emociona a diario y me hace sentir que hemos construido algo más grande que nosotros mismos: una forma de trabajar donde la belleza, la honestidad y el cuidado son pilares reales.

¿Cómo ha evolucionado tu forma de abordar los proyectos desde que comenzaste hasta hoy?

Antes ponía más foco en el diseño, en la solución puramente formal. Hoy todo empieza escuchando al cliente y observando su estilo de vida. El diseño viene después, como una consecuencia lógica. He aprendido a simplificar, a confiar más en los materiales, en la luz y en el silencio. Me interesa menos lo espectacular y mucho más lo esencial. A veces, necesito ir sola a las obras para reconectar con el proyecto. Estar allí, en calma, me ayuda a sentir el espacio de verdad, sin filtros.

Este año ha sido especial para ti, no solo a nivel profesional, sino también personal. ¿Cómo ha influido la maternidad en tu forma de liderar y tomar decisiones?

La maternidad me ha recolocado internamente, me ha hecho poner cada cosa en su lugar. Y es curioso: sufro mucho menos estrés ahora que antes. He aprendido a delegar más y mejor, a priorizar y a confiar de verdad en mi equipo. Creo que, gracias a este cambio vital, Estudio Crearte es hoy un taller más profesional, más eficiente… y también un equipo más motivado y humano.

Desde el principio tuve claro que no iba a renunciar a la Cristina arquitecta: quería que mis dos identidades caminaran juntas. Y ese equilibrio ha hecho que el estudio también se refuerce, con más estructura, más claridad y más sentido.

Dirigir un equipo creativo implica aprender a delegar y confiar. ¿Qué has aprendido sobre liderazgo en estos años?

Que liderar no es hacerlo todo, ni hacerlo mejor. Es transmitir una visión, confiar en las personas adecuadas y dejar que florezcan. En mi día a día soy una persona muy metódica y exigente, pero también necesito libertad para diseñar. Por eso intento que, dentro del equipo, exista ese mismo balance: estructura y flexibilidad, responsabilidad y espacio para que cada una trabaje con autonomía y criterio propio.

¿Qué crees que hace que la cultura de Estudio Crearte sea única desde dentro?

La cercanía y el compromiso real. Nos importa el cliente, pero también nos importa mucho cómo trabajamos entre nosotras. Cuidamos la comunicación, los procesos, los detalles. Y compartimos una misma forma de mirar: entendemos la arquitectura y el interiorismo como una herramienta para mejorar la vida de las personas.

Desde el Estudio defendéis el diseño como herramienta de bienestar, basado en la calidez, los materiales nobles y la sostenibilidad. ¿Cómo trasladáis esa filosofía en cada proyecto?

Escuchando. Entendiendo a fondo quién va a habitar ese espacio, cómo es su día a día, su ritmo, sus necesidades reales. A partir de ahí diseñamos con materiales honestos, que envejecen bien, que aportan calma. La belleza es importante, pero debe nacer del uso, del confort, de la luz que habita cada espacio.

¿Qué hace que vuestra forma de trabajar sea distinta dentro del mundo del interiorismo y la arquitectura?

Creo que es la mezcla entre lo técnico y lo emocional. Somos muy rigurosas con los detalles, los procesos, los tiempos. Pero al mismo tiempo somos cercanas, sensibles, escuchamos mucho. Nuestro objetivo no es imponer un estilo, sino interpretar lo que el cliente necesita y darle forma con coherencia y belleza.

Cada proyecto es una colaboración: nosotras ponemos la mirada profesional, pero el alma del espacio siempre es del cliente.

Cuando diseñáis, ¿pensáis más en el presente del cliente o en cómo evolucionará su vida dentro del espacio? 

Siempre pensamos a corto, medio y largo plazo. Diseñamos hogares para que evolucionen con las personas. Por eso priorizamos la flexibilidad, los materiales duraderos y soluciones que envejezcan bien. Un buen diseño no es el que impacta el primer día, sino el que sigue funcionando y emocionando con los años. Ese que se adapta sin perder su esencia, y que acompaña sin imponerse.

¿Cuál ha sido uno de los retos más complejos que has afrontado como emprendedora y cómo lo has vivido?

Uno de los momentos más complejos —y también más transformadores— ha sido compaginar la maternidad con el crecimiento del estudio. Volver a visitar mis obras a la semana de dar a luz no fue una decisión sencilla, pero lo hice con convicción y mucho apoyo. Esta nueva realidad me hizo entender que cada mujer debe elegir su propio equilibrio, y hacer lo que de verdad le siente bien, a todos los niveles. Para mí, era muy importante seguir siendo Cristina de Estudio Crearte, y ese convencimiento me ayudó a mantenerme mentalmente muy estable durante los primeros meses, a pesar de la falta de sueño y el cansancio acumulado.

Esto me llevó, casi de forma natural, a reorganizar el estudio desde dentro: delegar más y mejor, establecer nuevas dinámicas, confiar en el equipo de una forma más profunda. No ha sido un aprendizaje inmediato ni lineal, pero siento que este proceso ha hecho que nuestro estudio sea más sólido, más consciente y más humano. Cada día siento el apoyo mutuo de todo mi equipo y, este vínculo, se refleja en cada proyecto.

 En estos años, ¿has sentido que necesitabas replantearte tus principios como arquitecta o tu forma de trabajar?

Por supuesto, muchas veces. Soy una persona muy perfeccionista —demasiado, a veces—, y la arquitectura es una profesión exigente,  con un contexto que cambia constantemente. Sin embargo, cada vez que me he replanteado algo ha sido para reafirmarme en mi estilo de trabajo: el cliente en el centro, el detalle cuidado, la belleza funcional. Lo que cambia es el camino, no el propósito.

Después de haber diseñado tu propia casa, ¿qué aprendizajes personales y profesionales te llevas de esa experiencia?

Diseñar mi casa fue un regalo, pero también un ejercicio de coherencia brutal. Me obligó a soltar lo innecesario y a elegir desde lo esencial. Ahora conozco mucho más de cerca lo que implica vivir un proceso de reforma desde dentro, con todas sus decisiones, emociones y renuncias. Y eso, sin duda, me ha hecho mejor profesional.

 ¿Qué te inspira hoy, dentro y fuera del mundo de la arquitectura?

Me inspira la naturaleza, el baile de la luz, los materiales sinceros. También me inspiran las conversaciones con amigos o clientes, los paseos por una ciudad desconocida, la rutina bien vivida o una mañana de deporte al aire libre. No necesito grandes estímulos: me inspira la vida real, cuando soy capaz de observarla desde la calma. 

¿Hay algún tipo de proyecto que sueñes con liderar en el futuro y aún no hayas explorado?

Me encantaría trabajar en espacios que acompañen momentos vitales importantes, como la maternidad o la crianza. Desde hace un tiempo, me interesa especialmente todo lo relacionado con el autocuidado, los espacios donde se pueda descansar, reconectar y simplemente estar. 

Me emociona la idea de diseñar lugares pensados para madres e hijos, donde ambos se sientan cuidados, tranquilos y acompañados en esa etapa tan transformadora. Y por supuesto, espacios infantiles: que fomentan la autonomía, la creatividad y el desarrollo desde el respeto y la belleza. Es un terreno que apenas empiezo a conocer, y que me parece tan importante como complejo. También sigo soñando con proyectos en el entorno rural: rehabilitar casas antiguas o diseñar espacios de retiro conectados con el paisaje, donde el silencio, la luz y la materia natural sean los verdaderos protagonistas.

Para cerrar, ¿cómo definirías lo que representa Estudio Crearte en tu vida?

Es mi primera creación, mi casa profesional, el lugar donde la arquitectura se convierte en cuidado. Pero también es algo más grande que yo: un proyecto vivo que crece con cada persona que confía su proyecto en nosotras, y con cada profesional que elige formar parte de este equipo.

Un espacio donde diseñar significa escuchar, acompañar y transformar, siempre desde la belleza y el respeto.


 

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